Alegría de vivir. La última peli de Altman, rodada desde una silla de ruedas y terminada pocos meses antes de morir a los 81 años, es una fiesta de música y chistes y trata sobre la muerte.
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Además de rendir un sentido homenaje a los programas de radio a la antigua, tiene algunos toques anacrónicos que la hacen entrañable, como el detective interpretado por Kevin Kline.
Está tan bien dirigida que consigue hacer creíble que Meryl Streep es una consumada cantante de country que lleva toda la vida rodando por los escenarios junto a su querida hermana Lily Tomlin.
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Con una duración de 1 hora y 45 minutos transcurre a la velocidad de un suspiro y te quedas con ganas de más. De ver más cine de este joven Robert Altman divertido y lleno de vida, que, aunque mucho más sosegado que en Nashville, tiene el ojo más agudo y afilado que nunca.
Una experiencia suave y tierna, llena de alegría.
Soberbia.
