Pequeño diamante en bruto del cine experimental americano. La compositora y performer Meredith Monk dirige la película, y compone la banda sonora que acompaña casi todo el metraje (74 min), de esta historia situada en las clases bajas en una edad media bastante probable.
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La idea es brillante: trata de una niña del ghetto judío que sueña cosas extrañas, inexplicables, que resultan ser el futuro, nuestro presente.
Leer esa sinopsis (y ver la foto de presentación que os pongo aquí) me hizo desear verla.
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La peli podría estar cargada de elementos simbólicos sin embargo la directora prefiere merodear por la parte estética de este tiempo extraño y lleno de tabúes, jugando con algunas anacronías graciosas y cambios del blanco y negro, que predomina en la cinta, con algunos insertos en color.
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Por soñar, como la niña sin nombre de la peli, sueño que esta idea, este guion, en manos de un Bela Tarr habría sido un tormento delicioso, casi como ‘Qué difícil es ser un dios’ de Aleksey German. Madremía, no quiero ni imaginármelo!
Y si hubiera caído en las manos de Tarkovsky habría generado otra probable obra maestra, un cruce entre ‘Andrei Rublev’ y ‘Stalker’. Pero también podría haber dado para otra ‘El nombre de la Rosa’, otra ‘La máquina del tiempo’, otra ‘Inception’, otra ‘Paprika’.
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Pero la hizo Monk y así ha quedado, pequeña, breve, diría yo que casi incompleta.
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La impresión final es que quedan sin explorar las posibilidades de esa idea genial (aunque tenga un arranque narrativo excelente) en beneficio de la estética. Parece que Monk hubiera sucumbido hipnotizada por la propia belleza de su creación.
Completan la narración unos interesantes guiños sociales y culturales (la vida y la muerte), con descripciones casi didácticas de las vidas en esta época oscura, todo con el delicioso acompañamiento de una música vocal extraída de las entrañas de la memoria del ser humano.
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Los cinéfagos empedernidos tienen obligación de verla.
Está en Vimeo en Versión Original (sin Subs).
Alquilarla: 4,52 €. | Comprarla: 18,07 €