Esta peli me ha dejado sin parpadear durante las más de dos horas de duración. Con una fotografía bellísima, una trama dura y seca, y unas imágenes hipnóticas por su aproximación a un Renacimiento italiano como debió de ser en realidad, sucio, pobre y tremendamente injusto.
Los actores parecen esculpidos contra el fondo bellísimo de la Toscana con la misma crudeza que encontramos en las pelis de Pasolini.
‘Deberías ser el hombre más feliz del mundo’ le dice Sansovino, uno de los escultores rivales, y sin embargo Michelangelo no lo es.
Viendo las obras de Michelangelo no es difícil imaginar que no fuera feliz, justo lo contrario que ocurre al contemplar las obras de Rafael, ambos unidos por el odio y la admiración mutua.
La compulsión intensa y feroz de las obras de madurez de Michelangelo, que parecen que relajarse solo en su ‘Pietá’, son las de un hombre perseguido por ‘el demonio’ —como dice su personaje—, obsesionado por el dinero, en un mundo puramente masculino, alejado de la femineidad, de la compasión y de la sutileza.
La escena central de ‘Il Peccato’ se ha comparado a cierta escena de la peli ‘Fitzcarraldo’ y no les falta razón, porque está la locura unida a la búsqueda de una meta que constantemente se escapa, por más esfuerzos que se hagan, y todo esto está contado de manera que te quedas sin aliento. Aunque no es un drama, es la vida de alguien al límite de sus fuerzas.
Muy recomendable.
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