Como ya he mencionado al británico Matthew Herbert en otra recomendación musical reciente —la de Julia Kent— traigo ahora, por alusiones, su álbum «Funciones Corporales» que, de todos sus discos, es mi favorito.
Para que se me entienda empiezo diciendo que Matthew Herbert es uno de los artistas del sampler y de las construcciones sonoras más sofisticados de Europa.
Cuando este disco llegó por casualidad a mis manos, el mismo año 2001 en que se editó, me quedé maravillado de cómo este artista transmitía sus emociones combinando los elementos sonoros más simples así es que, para compartirlo, hice copias en CD —que era lo que se hacía entonces— que regalé a mis amigos con los deseos de iniciar un año 2002 con alegría. La respuesta mayoritaria fue «¡Pero esto que me has regalado es música disco!» y, en resumidas cuentas, a nadie le gustó. Eso que mis amigos entendieron como música de discoteca era música eléctrónica, sí, básicamente, pero esto es otra cosa, esto no es «para bailar», esto es para escuchar con atención. Ahora veo que lo llaman Deep House o Down Tempo y ambos términos me parecen deliciosos pero son solo etiquetas. Herbert es un artista experimentador del sonido y de la voz humana en estado puro y en este álbum hipnótico acierta de lleno en todos los temas, rebosantes de una intimidad cercana al jazz más puro. Cuando por fin tuve ocasión de ver a Herbert «tocando» su música en un escenario —en el Sonar de Barcelona con su fantástico proyecto de Big Band (una banda jazzística, a su manera) junto a Arto Lindsay y Dani Siciliano— esto no solo se confirmó ampliamente sino que entendí mucho mejor su trabajo e hizo que me gustara todavía más.