Mi sitio web es mi última obra de arte, la definitiva. La inicié hace 24 años, cuando registré el dominio y encargué la programación a un amigo. Mi primer sitio web tenía una presentación animada en Flash y, si no fuera porque me negué, mi amigo programador le hubiera añadido hasta musiquita. Os acordáis cuando las páginas web tenían música cuando las abrías? Era algo irritante. Recuerdo que fue un avance cuando algunas le añadieron un pequeño teclado en una esquina que te permitía apagarla o bajar el volumen!!!
Y mi sitio web es mi obra de arte definitiva porque ahí está contenido un resumen de la mayoría de las cosas interesantes que he hecho en mi vida creativa, como artista y como diseñador. Vendría a ser como la maleta de Duchamp pero sin teoría. Yo no tengo teoría. Para eso están los teóricos. Para hablar, si quisieran, sobre el significado o las profundidades (en caso de que las hubiese) de las obras que mi pasión, mis manos y mi cabeza han engendrado.
En sus inicios este sitio web estaba planteado como un persuasivo catálogo que mostraba mis habilidades, con el objetivo de captar clientes. Con el tiempo ese objetivo fue cambiando y con él el diseño de la página y su funcionamiento. Hasta hace unos diez años cuando, avanzada mi cincuentena, me di cuenta que los clientes ya no iban a llegar por esa vía. Que el mundo había cambiado (hacía ya un rato).
Entonces decidí transformarla en mi exposición póstuma. Mi monumento funerario. La urna que contendrá mis cenizas. O simplemente dar pistas a quien quiera repasar mi carrera artística poniéndole los adjetivos adecuados. Una carrera prolífica, polifacética, poliédrica, pluridimensional. Todo eso ya me lo han llamado a la cara, por qué no repetirlo cuando mi espíritu vague libre, después de atravesar el portal dimensional que tan bien describió Stanley Kubrick en ‘2001’, fecha que, casualidades, coincide exactamente con el inicio de mi sitio web.
Recientemente el sitio web lo he renovado otra vez, pero no sé cuántas renovaciones más habrá. Lo cierto es que ahora siento que he llegado a lo más parecido a un punto sin retorno, al menos en lo tocante a la fotografía abstracta.
Quizás mañana, o dentro de dos años, un destello despierte nuevos instintos y aparezcan nuevas secciones, nuevas imágenes. Hoy por hoy solo puedo decir, este soy yo, este he sido yo, y gracias por escucharme.
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