Visiones Exteriores | 2 de Mayo en Madrid
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En la parte interior de la curva del tambor que sostiene la cúpula del edificio están estas dos figuras femeninas, casi ocultas, una de ellas completa y otra un poco fantasmagórica, apenas una cabeza asomando por detrás, que con la luz adecuada resultan casi transparentes.
Paradójicamente puede que Las Tres Gracias sea el relieve que menos gracia tenga de este edificio, pero me gusta esa línea púbica que separa horizontalmente los bloques que conforman la pieza que, con tanta suciedad como acumulan, parece un efecto buscado a propósito.
Se juntan varias cosas, por un lado viendo el documental sobre Steve Jobs «The Man in the Machine» (que desvela su perverso individualismo neo-místico, voraz y destructivo hacia todos los que le rodeaban) y reflexionando a la vez sobre las palabras de Zygmunt Bauman, a quién he descubierto a raíz de su muerte y a que, por obra y gracia del azar, al día siguiente de su fallecimiento vi otro documental, «The Swedish Theory of Love», este sobre la soledad de los suecos —en el que se hablaba sobre el individualismo como modelo institucional elegido por uno de los paises más desarrollados del planeta—, en el que casualmente aparecía este venerable filósofo polaco hablando sobre cómo las redes sociales han ido desdibujando la conexión real entre las personas sustituyéndola por otra comunicación virtual, carente de verdadera empatía…
Vale, pero después de eso me observo a mí mismo y me veo que llego a una exposición de fotografía esta misma mañana y lo primero que hago es ponerme los auriculares y encender mi reproductor de música del teléfono porque no quiero oir los comentarios del típico listillo enterado que no falta en cada expo, que se ocupa de explicar a su círculo de amigos (de los que, por supuesto, siempre va acompañado) cómo se dibuja un pentágono perfecto o quién era Capablanca, a cuento de un alfil que había en una de las fotos, o cosas aún más peregrinas. O que cuando voy en el metro me voy al otro extremo del vagón, eso si no me cambio a otro, porque alguien está vociferando —en cualquier idioma— a su interlocutor lo bien que se lo ha pasado este finde o dónde se compró sus zapatillas de correr.
Se habla de individualismo, sí, claro, pero no se puede generalizar porque «este mundo» es mucho mundo, digo yo. Importa también dónde se habla de individualismo ¿en medio de los campos de Soria que cantó Machado o en pleno centro de este Madrid del que Valle-Inclán renegó? Si el primero puede ser más o menos patológico el otro es puritita supervivencia. Y a continuación pienso si no será que a este mundo cruel llegó primero el individualismo, así, sordo, sin paliativos, el que grita crudamente «estoy harto de todo» con ese deseo de apartarse del ruido mundano que afecta al oído interno (el de la armonía estética) en medio de la batahola de las ciudades actuales y que luego, para dulcificarlo, llegaron las redes sociales… Porque, y me planteo seriamente, de verdad, ¿qué fue antes, las redes sociales o el feroz individualismo actual?
Yo nunca he tenido muchos amigos, esa es la verdad, ni siquiera cuando era niño, no sé, lo de la pandilla y todo eso no era lo mío, de manera que todo lo que sea tener amigos, de mejor o peor calidad según los estandares al uso, para mí siempre es una novedad, sin embargo lo que sí puedo asegurar es que, viendo como va evolucionando la ciudad y la marabunta que la habita (y mi relación con ella), está claro que soy un individualista avant-la-red-social que ha descubierto una manera de no estar totalmente desconectado de mi generación —o incluso al corriente de una cierta actualidad que me pueda atañer, como la del mundo del arte o de los sonidos nuevos— primero, gracias a los blogs, hace más de diez años, y ahora por FB.
Por tanto, concluyo que estar conectado con un cierto grupo humano de este modo, aunque resulte frívolo y superficial, ha obrado en contra de la opinión de los críticos (y filósofos) y que, al menos para mí, estar en la red y navegar por ella un ratito cada día, no me ha transformado precisamente en lo que llamaríamos un «animal social» pero sí a contribuido a des-individualizarme gratamente.
Este relieve muestra el pasmo de las mujeres mortales ante la belleza de Afrodita (?) y es uno de los varios relieves, sobre temas artísticos y mitológicos, que adornan la fachada que da a la calle del Alcalá y que parecen estar necesitando una restauración urgente, o no, según se mire.
fotos de la exposición Disolución del Objeto Preciado | en Otra K | Lavapiés | Madrid
Balcones de Madrid | Exposición en Madrid (Diciembre 2016) Luis Pita
Y no solo creo que es una cazadora sino que es la diosa Diana, ya que está claro que va a acompañada por dos perros. En esta foto se ven muy bien las dos patitas de delante de uno de los canes, debajo de la tela…
En esta foto la vemos a ella sola, en todo su esplendor arquero, cubierta por el romántico velo del misterio…
©Luis Pita Moreno | Verja de Jardín Botánico en Restauración
Excelente la iniciativa del Ayuntamiento de Madrid de restaurar la verja del Jardín Botánico (en principio el tramo que va desde el Museo del Prado hasta la puerta principal del Jardín, en el Paseo) y, sobre todo, recuperar el histórico banco de piedra que corre a lo largo de todo el Jardín y que fue cubierto (¡de cemento!), hace unos diez años, por una infame actuación de Ayuntamiento de entonces, como solución del tipo Atila, cuando se reformó la Cuesta de Moyano y se trajeron temporalmente las casetas de la Feria del Libro al Paseo.
En fin, que parece que la ignominia a la que se sometió a dicho banco de piedra histórico, donde se sentaba la gente que ya hacía siglos iba «de paseo por el Prado», va a ser subsanada.
En la foto, hecha hace dos días, se aprecia ya parte del banco por fin despejado del relleno que lo cubrió completamente y las columnas que sostienen la verja en proceso de restauración.
Una excelente noticia para los que seguimos disfrutando de pasear por el centro de la ciudad (y nos gusta sentarnos de vez en cuando).
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